Publicado por: elpais.com
La tecnología, desarrollada en Cantabria, atravesó el océano para ensamblarse en el ‘Balueiro Segundo’, un palangrero de A Guarda (Pontevedra) mientras faena en aguas de Panamá.
Parece más el ala de un avión hincada en pie que una vela de barco, pero ha atravesado el Atlántico hasta llegar al Pacífico, y en aguas de Panamá ha sido ensamblada en un palangrero con base en A Guarda (Pontevedra). Esta semana que empieza será puesta a prueba en una embarcación piloto la primera vela rígida de un pesquero en el mundo, una tecnología desarrollada por la empresa cántabra Bound4blue, asociada en esta aventura con la Organización de Palangreros de A Guarda (Orpagu), la mayor de esta modalidad de pesca en Europa. El objetivo de los armadores gallegos, que planean extender el prototipo al resto de su flota, es reducir en torno a un 30% el consumo de combustible y la llamada “huella de carbono” en la pesca de pez espada.
El primer pesquero en probar esta vela, después de una investigación que duró tres años, es el Balueiro Segundo. En el proyecto también se han embarcado otras compañías como la viguesa de ingeniería Insenaval o la firma Kyma, de Bergen (Noruega), especializada en monitorización de la eficiencia de buques mercantes, con 7.000 equipos ya instalados en barcos. Esta última se encargará de medir a partir de ahora y durante varios meses el ahorro de combustible en las pruebas que se van a llevar a cabo en el Pacífico. En el tiempo en que la empresa cántabra ha desarrollado la vela, esta ha ido cambiando. El primer prototipo era más alto y flexible, probablemente más adecuado para otros buques, pero no para la estabilidad de palangreros que rondan los 30 metros de eslora. La que al final se ha ensamblado mide 12 metros de altura y está equipada en su base con un sistema de control autónomo que según Bound4blue no precisa “tripulación adicional para manejarla”.
El proceso de montaje en la popa ha sido grabado porque, tal y como describen, se trata de un “hito” que la compañía española planea extender a partir de este mismo año a otro tipo de buques. La primera vela rígida para pesqueros zarpó del puerto de Vigo, en la cubierta de otro barco, hace casi un mes y atravesó 4.200 millas náuticas hasta encontrarse con el Balueiro Segundo.
A finales del año pasado, Orpagu, con una historia de 25 años a bordo, se convirtió en la organización de palangre de superficie (un arte consistente en una larga línea de anzuelos con cebo) más grande de Europa, después de incorporar a sus 42 buques asociados otros 30 portugueses. Según se anunció el pasado noviembre, la unión de las flotas representaba una facturación global de 52,5 millones de euros, unos mil puestos de trabajo y unas capturas de pez espada que suman 5.435 toneladas anuales.
Los palangreros guardeses faenan en aguas internacionales —Pacífico, Índico, Atlántico Norte y Sur— y sus tripulaciones realizan relevos cada varios meses y regresan a sus casas, normalmente en avión, para descansar y ver a sus familias. En el municipio de A Guarda (10.025 habitantes, sur de Pontevedra), pocos vecinos no tienen un pariente embarcado, y Orpagu, a pesar de la lejanía de los caladeros que trabaja, está implicada en la vida del pueblo. No solo financia la fiesta local del pez espada, sino que organiza un certamen literario y patrocina al equipo más importante del lugar: el club de balonmano femenino Atlético Guardés, este año subcampeón de liga.
En 2012, la organización lanzó la marca Orpagu Gourmet para vender sus conservas (y hamburguesas) de pez espada y de atún en comercios delicatessen, y durante la pandemia este colectivo de pescadores abrió su propia tienda en el pueblo. Este año ha anunciado una inversión de seis millones en la construcción de una nave frigorífica y de investigación en el sector de la conserva que espera inaugurar en 2022 en el vecino ayuntamiento de Tui.
Los palangreros guardeses faenan en aguas internacionales —Pacífico, Índico, Atlántico Norte y Sur— y sus tripulaciones realizan relevos cada varios meses y regresan a sus casas, normalmente en avión, para descansar y ver a sus familias. En el municipio de A Guarda (10.025 habitantes, sur de Pontevedra), pocos vecinos no tienen un pariente embarcado, y Orpagu, a pesar de la lejanía de los caladeros que trabaja, está implicada en la vida del pueblo. No solo financia la fiesta local del pez espada, sino que organiza un certamen literario y patrocina al equipo más importante del lugar: el club de balonmano femenino Atlético Guardés, este año subcampeón de liga.
En 2012, la organización lanzó la marca Orpagu Gourmet para vender sus conservas (y hamburguesas) de pez espada y de atún en comercios delicatessen, y durante la pandemia este colectivo de pescadores abrió su propia tienda en el pueblo. Este año ha anunciado una inversión de seis millones en la construcción de una nave frigorífica y de investigación en el sector de la conserva que espera inaugurar en 2022 en el vecino ayuntamiento de Tui.
Los palangreros guardeses faenan en aguas internacionales —Pacífico, Índico, Atlántico Norte y Sur— y sus tripulaciones realizan relevos cada varios meses y regresan a sus casas, normalmente en avión, para descansar y ver a sus familias. En el municipio de A Guarda (10.025 habitantes, sur de Pontevedra), pocos vecinos no tienen un pariente embarcado, y Orpagu, a pesar de la lejanía de los caladeros que trabaja, está implicada en la vida del pueblo. No solo financia la fiesta local del pez espada, sino que organiza un certamen literario y patrocina al equipo más importante del lugar: el club de balonmano femenino Atlético Guardés, este año subcampeón de liga.
En 2012, la organización lanzó la marca Orpagu Gourmet para vender sus conservas (y hamburguesas) de pez espada y de atún en comercios delicatessen, y durante la pandemia este colectivo de pescadores abrió su propia tienda en el pueblo. Este año ha anunciado una inversión de seis millones en la construcción de una nave frigorífica y de investigación en el sector de la conserva que espera inaugurar en 2022 en el vecino ayuntamiento de Tui.
Los palangreros guardeses faenan en aguas internacionales —Pacífico, Índico, Atlántico Norte y Sur— y sus tripulaciones realizan relevos cada varios meses y regresan a sus casas, normalmente en avión, para descansar y ver a sus familias. En el municipio de A Guarda (10.025 habitantes, sur de Pontevedra), pocos vecinos no tienen un pariente embarcado, y Orpagu, a pesar de la lejanía de los caladeros que trabaja, está implicada en la vida del pueblo. No solo financia la fiesta local del pez espada, sino que organiza un certamen literario y patrocina al equipo más importante del lugar: el club de balonmano femenino Atlético Guardés, este año subcampeón de liga.
En 2012, la organización lanzó la marca Orpagu Gourmet para vender sus conservas (y hamburguesas) de pez espada y de atún en comercios delicatessen, y durante la pandemia este colectivo de pescadores abrió su propia tienda en el pueblo. Este año ha anunciado una inversión de seis millones en la construcción de una nave frigorífica y de investigación en el sector de la conserva que espera inaugurar en 2022 en el vecino ayuntamiento de Tui.
Bound4blue, fundada en 2014 y también con oficinas en Barcelona y Singapur, ha desarrollado de momento las patentes eSail y WingSail, de velas rígidas, plegables y autónomas para reducir entre un 30% y un 40% el gasto en combustible y las emisiones contaminantes. La tecnología eSail, que a pesar de su tamaño está fabricada en materiales ligeros, del Balueiro Segundo recibió luz verde de la Dirección General de Marina Mercante antes de su puesta en funcionamiento. José Miguel Bermúdez, CEO y cofundador de la firma cántabra, anuncia ahora un paso más en los planes de su empresa: “la instalación en barcos de mayores dimensiones y diferentes segmentos, como buques tanque, graneleros, Ro-Ro o de carga general”. “Nuestro sistema se puede hacer a cualquier escala y ya tenemos en fabricación una versión de 17 metros de altura, totalmente abatible, que se instalará en un carguero después del verano”, adelanta Bermúdez.
“La vela rígida se entronca con las embarcaciones tradicionales y vive del viento”, reivindica Juana Parada, la directora gerente de Orpagu, al frente de un colectivo eminentemente masculino. El proyecto surgió en 2018, después de que la aceleradora de la pesca de Kaleido (Vigo) pusiera en contacto a los investigadores cántabros con los pescadores pontevedreses. Para sacarlo adelante, los trabajos de Bound4blue fueron cofinanciados por la UE y Orpagu recibió ayudas del Fondo Europeo y Marítimo de Pesca y del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.