Día mundial de los océanos: El asesino silencioso del océano "Hay mucho ruido".
Publicado por: La Voz de Cadiz Digital
Chirridos de trenes, bocinas de autobuses, cláxones de coches, gritos, obras… Este es el paisaje sonoro de una ciudad cualquiera, quizá Nueva York. Allí, en 2014, la alcaldía de esta urbe estadounidense lanzó un número especial para atender quejas sobre el ruido en la Gran Manzana. 260.000 quejas y una media de decibelios de 90, cuando el máximo recomendado, según la OMS, no ha de superar los 65 dB durante el día. A unos pocos kilómetros de Time Square, bajo los pies de la Estatua de la Libertad, esos sonidos no se escuchan, pero sí otros. Con motivo del Día Mundial de los Océanos nos sumergimos en el agua.
Ferrys, barcos, lanchas, peces… Esta es la banda sonora de las profundidades marinas y en algunos casos puede ser aún peor. «Podríamos decir que el sonido del Mediterráneo, por ejemplo, es similar a la de una de las calles más transitadas del mundo», apunta Marta Solé, investigadora del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña.
Se calcula que cada año transitan por el Mediterráneo más de 220.000 navíos, desde embarcaciones de recreo hasta grandes buques y sin olvidar ferrys o pesqueros que salen a faenar cada día. La contaminación acústica no es un problema exclusivo del Mare nostrum, pasa también en el Mar del Norte, en el Caribe y en cualquier océano que se venga a la cabeza. Basta con lanzar un hidrófono, un micrófono específico para estas taraes, a las aguas saladas para conocer su banda sonora.
Un espía curioso que es capaz de captar el colapso de los glaciares, las gotas de la lluvia sumergiéndose en las profundidades o cómo los diferentes animales marinos se comunican entre sí. «Es una sinfonía de vida que cada vez se oye más débilmente, perjudicada por la pérdida de abundancia de los animales marinos y por el ruido que enmascara esos sonidos naturales», explica Carlos Duarte, científico español titular de la Cátedra de Investigación Tarek Ahmed Juffali en Ecología del Mar Rojo en la Universidad de Ciencia y Tecnología King Abdullah (Kaust) y asesor científico de la Fundación Ocean Born. «Lo de que el mar es silencioso es un mito», destaca Solé. «Cada lugar tiene su paisaje sonoro y lo conforman todos los habitantes de esa zona, lo demás es un mito», añade.
Fábula que Jacques-Yves Cousteau, investigador y biólogo marino francés, dejó en el imaginario colectivo con su documental ‘El mundo del silencio’. «Hasta las plantas al hacer la fotosíntesis con sus burbujas hacen ruido», señala Solé. Sin embargo, la intervención humana en los últimos años sí que está modificando el sonido de los mares y océanos: «Ha introducido una cacofonía de ruido en el océano, a través, principalmente, del transporte marítimo, pero también de muchas otras actividades, que, por un lado, obligan a los animales a elevar su ‘voz’ para poder comunicarse y, cuando su nivel es excesivo, les silencia e impide esta tarea», apunta Duarte en el Día Mundial de los Océanos.
«Esto viene ocurriendo desde la Revolución Industrial», destaca la investigadora del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña. Los ruidos antropocéntricos en mares y océanos se han convertido en un problema de índole mundial. «Ha recibido muy poca atención», denuncia Duarte. Hasta hace apenas dos décadas «no se tenía consciencia de la problemática de la contaminación acústica», detalla Solé.
1.500 metros por segundo – es la velocidad a la que viaja el sonido en agua salada
Los habitantes de las profundidades marinas tienen su propio lenguaje y usan los sonidos para comunicarse. De hecho, varias investigaciones han demostrado que cada delfín tiene un silbido único que les permite identificarse entre ellos, como si fuera su nombre.
El problema es que esa comunicación «ahora es más compleja, porque hemos incorporado motores o perforaciones para hacer prospecciones de petróleo o para instalar la eólica marina», alerta Solé. Todos los animales, desde invertebrados hasta ballenas, utilizan el sonido marino como guía para explorar su hábitat.
La velocidad del sonido en el agua salada es de 1.500 m/s. «Si estás en Barcelona puedes escuchar un barco que sale de Mallorca, viaja a una velocidad muy rápida el sonido», comenta Solé. Una ventaja que los animales han aprovechado, pero que ahora ha sido enmascarado.
«Si estás en Barcelona puedes escuchar un barco que sale de Mallorca, el sonido viaja a una velocidad muy rápida»
Marta Solé
Investigadora del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña
Precisamente, «el Mediterráneo es uno de los más contaminados», explica Marta Solé. «Al ser un mar cerrado la distancia es más corta y se acumula más ruido», añade. En 2016, un informe impulsado por la Alianza Mar Blava reveló numerosos puntos negros acústicos en esta masa de agua.
Las conclusiones, centradas en el periodo 2005-2015, revelaron un aumento de la actividad humana en la búsqueda de yacimientos de combustibles fósiles bajo el lecho marino que provocaron ondas acústicas de gran intensidad, similar a una explosión. «Provocan un nivel de ruido en el medio marino de 10.000 veces a 100.000 veces mayor que el motor de un avión a reacción», advertía el texto.
Animales estresados
De la misma manera que el ruido provocado por el tráficoprovoca unos 6.000 ingresos urgentes y unas 500 muertes al año en la Comunidad de Madrid, según datos del Instituto de Salud Carlos III, la contaminación acústica «también hace daño a los animales.
El nivel sonoro generado dobla el umbral del dolor en el ser humano y produce daños fisiológicos irreversibles e incluso la muerte en cetáceos, tortugas, peces e invertebrados. «Quizá, los más estudiados hayan sido los cetáceos, porque son los más glamourosos», explica Solé. «Lo que ocurre es que ellos no están tan afectados, porque escuchan estos ruidos y se van. Aunque también se han dado muchos varamientos porque acaban desorientados por el ruido de los barcos», responde la experta.
Más allá de ballenas, cachalotes, delfines u orcas, los océanos y mares están habitados por cientos de seres vivos que «el ruido puede provocar grandes daños en sus estructuras que impidan el correcto funcionamiento de sus funciones vitales», alerta. «Puede causar una subida de los indicadores de estrés y generar malformaciones que los hagan más vulnerables frente a depredadores, por ejemplo».
«El ruido puede provocar una subida de los indicadores de estrés en los animales marinos»
Marta Solé
Investigadora del Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas de la Universidad Politécnica de Cataluña
Sin embargo, toda esta problemática tiene fácil solución. «Es tan sencillo como mejorar las hélices de barcos para reducir su vibración, que es la mayor fuente de ruido en el mar, cosa que, además, mejoraría su rendimiento energético y reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero», revela Carlos Duarte. «El problema es que nadie le ha prestado atención», añade.